domingo, julio 18, 2010

Un buen político.

Veo que invade usted mi campo, como todo político debe hacerlo, supongo. Pero lamento que resultara así. Me agradan los robots. Me agradan mucho más que los seres humanos. Si se pudiera crear un robot capaz de ser un funcionario público, creo que sería lo mejor. Debido a las leyes de la robótica, sería incapaz de dañar a los humanos, ajeno a la tiranía, la corrupción, la estupidez y el prejuicio. Y después de haber realizado una gestión decente se marcharía, aunque fuera inmortal, porque le resultaría imposible dañar a los humanos permitiéndoles saber que un robot los había gobernado. Sería ideal.

Isaac Asimov - Pruebas circunstanciales.

Tolerancia

La tolerancia religiosa era total. Si al principio se hizo una exepción en el caso de los critianos, fue porque rehusaban aceptar el principio de la tolerancia, porque insistían en que sólo ellos conocían la verdad, una actitud detestable para el romano civilizado (...).

Apuntes del profesor Elmer Tywood en el cuento "La carrera de la Reina Roja" escrito por Isaac Asimov.

jueves, mayo 13, 2010

Deseos frustrados

- Acaba de ocurrírseme otra historia sobre deseos frustrados -le dije.

-¿Cómo es? -me preguntó.

-Nuestro héroe, que ha sido bendecido con una esposa tremendamente fea, le pide a un genio que le conceda una mujer bella y joven en la cama por las noches. Se le concede el deseo con la condición de que en ningún momento debe tocar, acariciar y ni siquiera rozar el trasero de la joven. Si lo hace, la joven se transformará en su esposa. Cada noche, mientras hacen el amor, él no es capaz de apartar las manos de trasero, y el resultado es que todas las noches se encuentra haciendo el amor con su esposa.

Isaac Asimov - Introducción al libro Cuentos Completos II

Materializar

Bueno, no sé... algo como el tiempo. El tiempo es una abstracción, y los relojes lo materializan.

Declaración que da Clem (Clementine) a Jack Dunphy, para explicar lo que ella entiende por materializa.

Jim Hougan - El último Merovingio.

miércoles, abril 21, 2010

No conversé con Dios mientras estuve aquí.

Mi primer día en el ejercito fue un desastre, nunca en mi vida había sentido tanta hambre. Nos levantamos a las 5:00 de la mañana y sólo tuve tres minutos para vestirme y hacer la cama. Al igual que en mi hogar, yo pensé que iríamos a tomar desayuno, sin embargo fuimos de inmediato a una interminable sesión de ejercicios. Yo creía que mi papá era gritón, pero el sargento a cargo de la tropa, realmente sobrepasó todo límite de decibeles que un ser humano normal puede emitir.

Apúrate debilucho de mierda – me gritaba sin cesar en mi oreja, dejándome con un pequeño pero molesto pito en el oído.

Después de la larga jornada de ejercicios, la cual se extendió hasta las 12:00 del día, nos indicaron que se nos entregarían el almuerzo. El estruendo que provocó la noticia entre los conscriptos, nos proporcionó una hora más de ejercicio y casi nos deja sin la preciada merienda.

Ya sentados con mi bandeja y mi rico plato de sopa, el cual tenía dos papas cocidas un trozo de zapallo y un trozo de carne, se agregaba un plato de postre con algo que parecía una manzana cocida, un pan y un vaso de agua. Yo muy bien educado y criado en una familia cristiana, tuve la mala idea de dar gracias a Dios por los alimentos, digo mala idea, ya que cuando abrí los ojos para comenzar a comer, sólo me quedaba la sopa y el vaso de agua, lo demás había desaparecido como por arte de magia. Fue el último día que le día gracias a Dios por los alimentos en mucho tiempo, para ser preciso, en los dos años que estuve en servicio.

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Nota: Esta historia me la contó mi padre una tarde de domingo después del almuerzo. Los créditos son para el.

domingo, abril 18, 2010

Una amenaza de Jack Dunphy.

"Cuando lo encuentre lo mataré con mis propias manos. Y después lo enterraré." Enterrarlo era una parte importante, por que si no lo hacía, no podría mear sobre la tumba de aquel tipo.

Jim Hougar. El último Merovingio.